SWAGAT

Lavalle 954
(011) 4328-1678 / 2010-6913
A un ringtone del Obelisco -en Lavalle y Pellegrini- abrió Swagat, con todo el exotismo de la India. Tienen que conocerlo, porque Noor Mohamed –su propietario- fue el primer cocinero indio que aterrizó en Buenos Aires, hace ya unos veinte años. Él fue el que armó en nuestra ciudad el primer horno Tandoor, típico de su región, en su recordado restaurante Katmandú, sobre la Avenida Córdoba. De ahí salen ahumadas manjares y delicias, marinadas toda la noche en un sinfín de especias. Recetas ancestrales que hablan de los dioses. El amplio y pulcro local está decorado con imágenes típicas. De día, es alegre y luminoso. Todos los que trabajan y deambulan por el salón son nativos de origen, y atienden con la bondad de su tierra. Sentarse en Swagat es viajar a la India, salvando las distancias. Noor sabe lo que hace. Su familia tiene dos locales más, desde hace cinco años: Delhi Mahal (en Córdoba y Cerrito, pleno centro) y Delhi Masala (en Chile y Defensa, San Telmo). Si bien los tres comparten un menú bastante similar (por no decir calcado), en cada uno la cocina es diferente (puedo asegurarlo, porque fui a los tres). En Swagat comencé con una degustación de entradas, a base de Samosas, Bhajis y Pakoras (traduzco: empanaditas triangulares, buñuelos y croquetas), de vegetales y carnes varias (generalmente utilizan pescados, langostinos, pollo y cordero; ni vacas –sagradas-, ni cerdo –ya que son musulmanes ortodoxos-). Estos bocados fritos se acompañan de un trío de salsitas: el Raita (yogur natural con pepinos), un chutney de tomates y una salsa verde picante. El Nan es el pan sin miga que acompaña toda la mesa, delicioso. Los precios son acordes para esta cocina elaborada, con ingredientes inhallables en estas latitudes. Lo mejor para acompañar esta comida especiada y picante, diferente, son los tragos típicos, con y sin alcohol. El Ginger break es un licuado de lima, hielo, menta y jengibre, con sal y azúcar negra, súper refrescante. La cerveza helada también le sigue el paso a estos platillos intensos. O un vino rosado, porqué no.      Luego de unos Chicken Tikka al Tandoor (con salsa tandoori, roja y especiada), terminé con un Rogan Josh, un curry cremoso de cordero servido en katori (cuenco de metal indio), acompañado con arroz Basmati, perfumado. Comí mucho, solo, y me acerqué a deidades antiguas, lejanas a la peatonal Lavalle. Pero en Swagat, los platos –como las emociones- se comparten. No dejen de ir, pero no vayan solos. Ya lo saben.

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