Emplazado en el barrio porteño de Belgrano, a no más de 5 cuadras de la Barranca, Amarelo Restó Bar Grill ocupa una enorme esquina sobre la siempre transitada Avenida del Libertador. Con ingreso por allí, pero también sobre la calle Blanco Encalada, una simpática señorita nos da la bienvenida e invita a tomar asiento en el amplio salón, que con la presencia de algunos sillones (estilo vips) pretende generar espacios con un aire más intimista. Mientras la agradable música de fondo procura hacer olvidar el stress de una nueva jornada laboral, elijo degustar un mondongo a la española entre las distintas opciones que propone el accesible menú ejecutivo. Tras el sabroso almuerzo (para destacar la suave textura de la panza de res, igual que la exquisitez de la salsa con especias), y ya rodeado del murmullo de los oficinistas que se acercan en cada mediodía (hay proliferación de laboratorios y productoras en la zona), llega el turno del postre. Entonces no puedo resistirme al encanto de la Copa Amarelo, que combina baileys de la casa, crema americana, merengue, charlotte, dulce de leche, crema chantilly y frutillas. Chapeau… Por la noche, el público de este restaurante que abrió en 1994, es más heterogéneo. A la hora de la cena, existen 6 ó 7 sugerencias del chef Javier Andreis en carnes salteadas, pero también salen las rabas, los vegetales al wok y las papas Amarelo (que incluyen queso cheddar, panceta y cebolla de verdeo). Además, se destacan las pastas caseras y 15 variedades de pizzas a la piedra y otras 8 de empanadas hechas a leña (todo en horno de barro), aunque el espacio de la parrilla (separado del restó bar) también es altamente recomendable. De lunes a jueves el cierre es a las 2 de la mañana (la apertura siempre es a las 7), aunque el viernes y el sábado se estira hasta las 4, cuando gana protagonismo la barra. Las bondades de la cocktelería abarca tragos clásicos, pluralidad de whiskys, aperitivos y coloridos licores. En definitiva, una opción interesante destacada por la calidad y la abundancia de la comida, sazonada por un servicio veloz y eficiente. Para reincidir, por supuesto.