Habría que pensar bastante para encontrar en Buenos Aires un lugar para cenar mucho más bello que frente al río, en Puerto Madero. Esta posibilidad te la brinda Puerto Cristal, que es una de las propuestas más tradicionales del barrio. Y acá hay un detalle importante a tener en cuenta al momento de evaluar dónde ir a comer: este lugar está próximo a cumplir 20 años. Es decir, Puerto Cristal existe casi desde la génesis misma del barrio, hoy convertido en uno de los polos gastronómicos por excelencia de la ciudad. En 1995, el español José Luis Fernández y el italiano Gianni Furlan se asociaron para llevar adelante este amplio restaurante que fusiona lo mejor de las comidas de los países de sus orígenes.  El ambiente es agradable, con música suave de fondo, en inglés. Es un ambiente tranquilo, familiar pese a que lo amplio (tiene una capacidad de 350 personas) del lugar. Todos los días abre sus puertas al mediodía y no cierra hasta las primeras horas de la madrugada. La clientela es bien variada. Trabajadores de las oficinas de la zona se mezclan con clientes de larga data y algunos turistas. Además, hay un salón VIP para unas 50 personas, con ventanales hacia la Avenida Alicia Moreau de Justo. Suele ser ocupado con frecuencia por empresas, que utilizan el agradable lugar para reuniones y jornadas laborales.  La carta de Puerto Cristal es amplia, con algunas perlas. Tiene platos elaborados, como cordero patagónico, o algo más exóticos, como las ranas. Pero además, existen dos opciones de menú con buenos precios y seductores propuestas (los platos van cambiando periódicamente): hay un menú exclusivo para el mediodía y otro que también se encuentra a la noche. Todos tienen los tres pasos de cada comida, con opciones bien diversas de entradas y en los principales, con variantes de pescado, pollo, carne y pastas.  Sin llegar a ser molestos, los mozos se esfuerzan por ser atentos con el cliente. Yo elegí una entrada caliente: la frittata Puerto Cristal, que viene con pulpo, camarones, mejillones, calamares, tabas, calamaretis, langostinos y aros de cebolla. Sabrosísima, bien condimentada y generosa porción (era una entrada, parecía el plato principal). Y luego degusté una selección de pescados, también abundante y con una muy buena presentación: lenguado, merluza negra, salmón blanco, trucha, filete de merluza, abadejo, salmón rosado, langostinos y pulpo. Acompañados de una salsita de ajo, oliva, champiñones y alcaparras. Y también, una pequeña porción de arroz y papas azafranadas. La carta de vinos se ajusta al lugar: por algo es que ha recibido premios a la excelencia.  En definitiva, una muy buena opción para almorzar o cenar frente a un dique de Puerto Madero, con el Puente de la Mujer como silencioso y bello testigo.