ZEN TEA

11 de septiembre 3351, Nuñez
(011) 4704-9400
El Sushi Nikkei pisa fuerte en Buenos Aires. Fusión perfecta de la refinada tradición japonesa y la mejor cocina peruana, que ya conquista al mundo entero. Jimena Mendieta Dour lo sabe. Desde hace tiempo tenía ganas de montar un local con este perfil, y por fin pudo hacerlo. A comienzos de 2013 dejó su ocupación en una multinacional para abrir este refugio zen en Núñez, barrio que crece en propuestas gastronómicas de todo tipo, pero ninguna de este estilo. Afortunadamente, dio con un joven cocinero limeño despierto y muy bien formado, que ya pasó por los mejores restaurantes peruanos de la ciudad. Juntos concibieron una carta sólida, que sorprende por su factura y presentación. Llegué un domingo al mediodía, algo tarde. El sol se colaba por el ventanal que ocupa todo el frente del local, del piso al cielorraso. Todavía había gente terminando de almorzar. Ocupé una de las pocas mesas del salón, cálido y austero, con rasgo oriental. Atiende Jimena en persona. Me recomienda algunos platillos, y quedo en sus manos. Primero acerca una Causa, servida en cuchara china, el bocado perfecto: un suave puré de papas de oliva y lima con tartare de salmón y alga nori, sobre brotes de rabanito. Delicia frugal. Luego arrima un Chupe de langostinos servido en conchas de vieyras, con crema de ají amarillo, exquisito. Sigo con dos Tiraditos, uno de salmón con maracuyá y otro de lenguado nikkei, con salsa de soja, aceite de sésamo, lima y cilantro. A cual mejor. El wok de langostinos y sake tiene marcado acento chifa, la sabrosa fusión de cocina peruana y china, tan popular en Lima. Mi entusiasmo motivó al chef a acercarme un trío de degustación de ceviches, servidos en copas de Martini. Elaborados al momento, fresquísimos, me transportaron a Perú, mi segunda patria. Terminé con un Suspiro limeño, el postre típico peruano, siempre tan dulce, empalagoso. Pero aquí no. Se ve que el Chef apuesta fuerte por su cocina sensible y refinada, atendiendo los deseos de Jimena. Por los productos utilizados y la calidad de la cocina, el lugar no resulta nada caro. Una breve pero atinada carta de vinos acompaña el menú, muy bien resuelto. También ofrecen servicio de te, en hebras y Blooming, esos pimpollos de flores secas envueltas en redes, que se abren en la tetera transparente. Por las noches se encienden las velas, y el lugar gana romanticismo, mientras el teléfono no para de sonar, pidiendo delivery a domicilio. Pero aunque coman bien en casa, no saben lo que se pierden, porque el alma culinaria vive en el local.

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