Luego de desempeñarse como encargada de Sapporo Sushi, Laura Corzo decidió -a mediados de 2012- hacerse cargo de la marca y continuar con su hermano la gestión del restaurante, que ya está por cumplir diez años de vida. Tras un año de ajustes en cocina, hoy le toca el turno a la estructura del local, que en momentos de mi visita se encontraba en plena reforma, tanto el salón principal como la terraza, que calculan inaugurar a fines del 2013. Por suerte ambos son arquitectos. Ubicado en el corazón caliente de Palermo Soho, se impone con esa acotada sobriedad nipona que cunde en este tipo de establecimientos que le rinden culto al sushi: mesas oscuras, velas, individuales de cuero, lámparas de diseño y música a tono. Llegué una noche de semana y el salón para 40 personas estaba parcialmente lleno. Quedé en manos de una joven blonda con acento limeño, quien resolvió todo el servicio del salón con amabilidad y buenos reflejos. La carta ostenta buenos precios y está dirigida al comensal porteño, con rolls al estilo de New York, cien por cien Salmón rosado. Hay además platos calientes de cocina japonesa, y la alternativa de sushi libre a un valor más que sensato. Probé un breve combinado mixto donde pude comprobar la buena calidad y sabor del arroz, base de esta cocina sutil. También correcta su temperatura: los bocados no deben arrastrar el frío húmedo de la heladera, pues se supone que los hacen al momento. Al igual que el ceviche, que pedí de despedida. También de salmón rosado, llegó con bastante limón por cierto. La camarera peruana podría brindar los secretos de la sazón de este plato emblemático. Es una pena no ver al Sushiman trabajando, parte de la magia de esta clase de sitios. Ya que se encuentran en reformas, y teniendo en cuenta la profesión de los nuevos propietarios del lugar, podrían proyectar una apertura hacia la cocina, para ver la destreza del que maneja los pescados. Por el momento Sapporo cambió de timón y renueva su conducción con esmero, tacto y sensibilidad. Todo un logro.