De repente, Plaza Serrano devino Cortázar. Nuevos bares y locales de ropa poblaron el epicentro de Honduras y Borges, concentrando multitudes. Testigo de su mutación, viví frente al Crónico -bar eterno- y sigo recorriendo la zona. Santa Eva abrió en un galpón enorme que supo ser un garaje de barrio. Aprovecharon el espacio con una barra circular en el centro del local. Los jueves, viernes, sábados y domingo montan una feria de indumentaria con módulos móviles donde exhiben prendas de vanguardia. Cuando cae el sol los suben por un montacargas, y arman el bar, que siempre cuenta con mesitas en la vereda. La música, a todo volumen, es protagonista. Santa Eva es un movido desfile de gente, tragos y comida rápida elaborada, con extensos happy hour y DJ's electrónicos en vivo un par de noches por la semana. La nueva carta es amplia, a buenos precios en general salvo raras excepciones. Por ejemplo, en el apartado de ensaladas, algo caras. Justo el doble de valor que el Bloody Mary que pedí para acompañar un panini de jamón crudo, tomate fresco, rúcula. Para ir en pareja, amigos o solo, porque allí la noche parece que -siempre- recién empieza.