OLIVAS RESTO GOURMET

Soler 5700, Palermo
(011) 4771-9309
Palermo Hollywood es una porción de tierra gastronómica movediza. En su corazón latente palpita un intenso magma activo y urbano donde de la noche a la mañana se gestan nuevos restaurantes, mientras otros se consolidan como parte del paisaje cotidiano. Constantemente sorprenden las persianas bajas de viejos locales, que una vez abiertas, descubren flamantes salones puestos a punto para estrenar proyectos de distinta envergadura. Olivas Restó es uno de ellos, abierto en febrero de 2013. Un emprendimiento del novel Chef Mauricio Schell (23) y Américo, su suegro, al frente del salón. Una apuesta fuerte por donde se la mire, que refleja el afán del sueño cumplido, el del restaurante propio. Frente a una popular parrilla clásica del barrio, Olivas Restó Gourmet se destaca sobre una ochava moderna y vidriada, que invita a entrar. Un gran ambiente despojado con aires a loft de diseño contempla una buena cantidad de cubiertos. Fui un martes por la noche, algunas mesas salpicaban de comensales el lugar. Ramón, el camarero catalán, recibe con simpatía, haciendo gala de su buen humor y profesionalismo. Desde la carta, el joven Schell asume con sensatez una gastronomía con acento porteño mediterráneo, concebida para todo público, sin meterse en los vericuetos de la llamada cocina de autor, tan en boga en el mundo entero. Pisando sobre seguro, se inclina más hacia los sabores familiares, reconocibles, ganando confianza inicial. El menú se divide en entradas (individuales o para compartir), carnes rojas y blancas, pastas (elaboradas in situ), ensaladas y pizzas gourmet. Para empezar, me zambullí al mar, y ordené unas rabas al limón. Aunque podrían haber llegado más firmes y crocantes, estaban buenas de sabor. Y le sentaban bien el dip de crema de limón y perejil. La copa de Sauvignon Blanc que pedí resultó ser de Chardonnay. Ramón quiso cambiarla enseguida, pero lo impedí porque se la veía tentadora, a buena temperatura. Los Ravioles Olivas (de espinaca, rellenos con ricota y nueces, con tomates cherrys salteados y albahaca fresca) revelan que tienen buena mano para la pasta. Suele ser esta clase de platos sencillos, de sabores puros, los más propensos a la distorsión culinaria profesional. En Olivas esto no sucede. El sabor remite a los domingos familiares, y eso es lo mejor que le puede pasar a un plato, y a quien lo pide. Con el Ojo de bife grillado (sobre colchón de hojas verdes, vinagreta, papas bastón y concassé de tomates) no sucedió lo mismo. No porque fuera malo, todo lo contrario, pero su sabor no alcanzó esa fibra que roza el alma y la colma de satisfacción. Era simplemente correcto. En este punto, habrá que esperar las creaciones que prometen sacar del horno de barro, actualmente reservado para cocciones especiales los fines de semana. Como todo nuevo restaurant, Olivas Restó Gourmet se encuentra en el momento de transitar sus primeros pasos para consolidarse en una zona de lo más competitiva. Y cumplir el anhelado sueño.

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