Ubicada sobre la Avenida Avellaneda, casi en el límite con el barrio porteño de Caballito, La Casona de Flores me da la bienvenida cuando cruzo el imponente portal de entrada antes de tomar asiento en el refinado salón panorámico, desde donde se puede percibir una clásica estructura de estilo normando en la que se destacan revestimientos de madera y enormes vitrales franceses originales. Es la hora de la cena y mientras el jazz y la bossa nova acompañan suavemente en el iluminado recinto, elijo degustar el jamón crudo de Parma con palmitos, salsa golf y aceitunas negras como entrada. El primer plato, de cuidadosa decoración, es acompañado por pancitos frescos (blancos y negros), que untados en un sabroso queso crema también colaboran en la distracción de mi apetito mientras espero el plato principal: ñoquis de batata con salsa de almendras al azafrán y hongos secos. Tras degustarlo, agradezco la puntual recomendación de la casa: una verdadera delicia. Un rato después, al momento dulce, el brownie con salsa tibia de dulce de leche y helado de americana corona la velada en este señorial restaurante, siempre caracterizado por la buena calidad de la comida, las porciones generosas y la amplitud de la carta, que incluye los clásicos cortes de carne (asados con carbón o leña), pastas caseras, pescados y mariscos, además de otras especialidades de cocina internacional. Orientado hacia un selecto público que come entre 3 y 4 veces por semana fuera de su hogar, este reducto ofrece, aparte de rapidez y cordialidad en la atención, una aceptable carta de vinos medios y de alta gama para acompañar cada una de las recetas. Abierto de 7.30 a 1 de domingos a jueves y hasta las 2 los viernes y sábados (la cocina está siempre abierta), La Casona transita ya la 12ª temporada desde su apertura, cuando dejó de ser la cómoda residencia de un juez de la Nación. En esta gigante esquina, con capacidad total para 220 personas sentadas, también se puede disponer del salón Múnich (destinado a cafetería) o de un patio con glorieta que en invierno está cubierto y en el que no falta el tubo radiante. En la planta alta existen 3 salones exclusivos, ideales para encuentros laborales y reuniones sociales. Y si el día acompaña, también puede utilizarse la terraza, muchas veces aprovechada como solárium por los jóvenes comensales.