Frank Vera y Marcelo Castañeda son dos emprendedores peruanos que fundaron Haru Sushi en 2009, abriendo un primer local en La Lucila. La solvencia en operación y logística empresaria de Vera y la trayectoria profesional gastronómica como sushiman de Castañeda fueron claves para posicionar a la marca que en el 2010 sumó otra casa en Palermo y en 2012 abrió su última sucursal, a pasos del Obelisco, un agradable y luminoso take away con dos barras para comer in situ. Allí los esperé para degustar lo mejor de su menú. Su respeto por el sabor y los productos reflejan toda la pasión que los peruanos sienten por la gastronomía. Ellos mismos han entrenado personalmente a cada uno de los sushimen que trabajan a destajo en cada local, también de sangre peruana. Mientras probaba los rolls más vendidos de Haru Sushi (Mango Roll, Hot Chicken, Azteca, Lenguado Furai, Inka Roll) y otros bocados igual de sabrosos (como el Citrus, o el Acebichado) una abogada chilena se deleitaba a mi lado asegurando estar comiendo “en el único sitio de sushi decente del microcentro”. Nadie mejor que un cliente para definir un lugar. Por una abertura detrás del mostrador principal se vislumbra la cocina donde los sushimen elaboran los pedidos a la vista. Buenos precios, insumos Premium y agilidad para abarcar los pedidos de delivery desde los tres puntos hacia toda la ciudad y alrededores hacen que Haru Sushi se destaque como uno de los referentes del sushi porteño, para tener en muy cuenta.