En Buenos Aires existen esquinas que fueron, son y serán bastiones gastronómicos. La de Crisólogo Larralde y Grecia, en Núñez, es una de ellas. Con historia de café y pasado de restaurante, en marzo del 2013 reestrenó identidad gracias al empuje de la pareja de chefs: Francisco Marcelo Criscuolo y María Laura Carro. Junto a su familia y Gustavo Larrea -maestro y mentor- se pusieron el emprendimiento al hombro, para alegría del barrio y alrededores. Un viernes por la noche recibe a pleno. Parejas, familias y grupos de amigos le otorgan ambiente al salón, muy cálido, donde predomina la madera, con ventanales de bar viejo que dominan la ochava. Mesas tradicionales, altas y una hilera de boxes para ubicarse, con manteles de cuero. Encima de la barra central cuelgan pizarras donde se lee el menú a primera vista. En vísperas de una primavera bien fresca, el mozo simpático recibe con glögg, un vasito de vino caliente especiado, que acomoda al recién llegado. Siempre sorprenden con este tipo de shots exóticos, como Chicha peruana o similares. Buscan despegarse de las propuestas de parrilla que saturan los alrededores. Por eso están ampliando la oferta de pescados y mariscos, pero el porteño es carnívoro: se ve pasar tablas con todo tipo de carnes y achuras humeantes, de muy buen aspecto. Así y todo, pedí la Grillata de mar, bien surtida, que valió la espera. Llega con verduras salteadas, olivas (?), salsa roja picante y limón, en plancha de hierro candente: un verdadero maremagnum de Cornalitos, Pejerrey, Trucha, Salmón y Abadejo, para compartir. También ofrecen platos de cocina tradicional, risottos, pastas caseras y ensaladas especiales, con setas y langostinos o mollejas y salsa tártara, para probar en la próxima ocasión, con jarra de cerveza artesanal, que prometen hacer pronto. Los precios son competitivos para la zona, que crece en ofertas gourmet, con el túnel de Crisólogo recién inaugurado. Para tener en cuenta y acudir por almuerzos luminosos y noches informales.