Cada baldosa que pisamos en San Telmo parece esconder una rica historia. La parrilla Del Establo no es la excepción. Y además, desde hace ya algunos años el barrio se ha ido convirtiendo en uno de los buenos lugares de la gastronomía porteña. En el corazón de San Telmo, sobre la calle Defensa, a escasos metros del Parque Lezama, se encuentra este salón que en los años de blanco y negro supo ser una reconocida sastrería y que desde hace 12 años es una de las parrillas por excelencia de la zona. El ambiente es cómodo, el salón es amplio y la atención es bien tradicional. Es decir, los mozos saben qué te ofrecen. Del Establo abre todos los días, a excepción de los domingos a la noche. Se puede almorzar y cenar, con la misma propuesta gastronómica. Por la noche prevalecen los turistas, que al mediodía parecen mezclarse con los trabajadores de las muchas oficinas cercanas. Para mi almuerzo elegí una opción bien clásica: un bife de chorizo acompañado por una ensalada de tomate y zanahoria. La porción de carne fue generosa y bien a punto, como la solicité.   Todos los días van modificando el menú ejecutivo, que se repite a la noche: una propuesta de parrilla y otra de pastas caseras. Estas variantes, además, incluyen una bebida, el postre y el café. Todo a un muy buen precio, de los mejores de la zona. Pero además, otra opción destacable del menú es la de la parrilla libre. En caso de elegirla (tiene un precio muy competitivo), también se ofrece guarnición para repetir las veces que se desee y de recepción, una empanada frita. La bebida se paga aparte. Las carnes hay que esperarlas un poco, ya que se hacen en el momento. Pero vale la pena.