ACAPULCO

Lavalle 757
(011) 4322-5885 / 4394-7915
La famosa Pizzería Acapulco revive sobre la calle Lavalle como restaurante tradicional. Mantiene su impronta de los años 70 con gastronomía porteña, basado en pastas caseras de calidad y parrilla a leña con carne de exportación, a precios sensatos. El local se divide en tres sectores: el frente con terraza protegida, para observar la gente pasar (emulando los cafés de París); un espacio intermedio más intimista y -escalones arriba- el gran comedor, ajeno al bullicioso trajín de la peatonal, que muta con los años, igual de transitada. Las mesas están vestidas con manteles blancos y servilletas con ojal, para colgarse del botón de la camisa, como antaño. Un mediodía de semana fui atendido por un mozo cordial, de la vieja escuela, quien se presentó dando la mano, muy formal. Varias parejas de turistas se encontraban almorzando, con mapas y cámaras de fotos a la vista, posando al camarero, para el retrato de rigor. También se llena por las noches, sobre todo los fines de semana. El menú despliega los platos y minutas de siempre, pero la calidad de la cocina se nota cuando los mismos llegan a la mesa. Un breve listado de opciones mexicanas presta sentido al nombre del lugar, me dejé tentar sin embargo por los sabores más criollos. La receta de la empanada de carne cortada a cuchillo, frita pero liviana, es un secreto de la casa, absolutamente recomendable. Muy bueno también el Matambre casero, que -por supuesto- sale con rusa. Platos ricos y entrañables, que nos remiten a otra época. Probé también unos sabrosísimos Ravioles de verdura, con el relleno bien fresco. La salsa Scarparo muy bien elaborada, con tomate natural, sin piel, como debe ser. Detalles que jerarquizan la cocina de cualquier restaurante que se precie. Mientras tanto, marchaba el Bife de lomo de carne de exportación, de novillito, asado a las brasas. Llegó jugoso, con ensalada de rúcula, que el camarero aliñó con un aceite de oliva respetable. La carta de vinos sorprende con etiquetas que no se acostumbra a descubrir en otros restaurantes de categoría. Satisfecho, me fue imposible emular a la mesa vecina, que pidió de postre un panqueque de manzana flambeado al rhum, a la vista. La próxima. En definitiva, Acapulco Restaurante es una opción segura en el laberinto de ofertas de la city.

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